jueves, 30 de abril de 2009

Insensato

Tengo que dejar de pensar en los temas de actualidad, como una garrapata en esteroides le chupan la sangre a mi creatividad literaria y me impiden ver mas allá de lo que sucede a mi alrededor. Estoy harto de escuchar sobre la epidemia, sobre la inseguridad, la crisis económica y Obama. Muy harto tendría que decir.
Quiero escribir de lo que pasa por mi cabeza, no de las redes sociales, quiero platicarles de cómo me siento, de lo que eh aprendido, de lo que no me importa y lo que me apasiona. Quiero contarles que mañana iré a la playa, con pocos amigos y muchas ganas de relajarme. Quiero reflexionar sobre el camino de mi vida y el rumbo que estoy siguiendo. Quiero ser para mi, no para el mundo, y una vez que sea para mí, podré serlo para los demás. Extraño aquellos días aciagos de sorpresa y maravilla en que era imposible saber que pasaría y las aventuras se amontonaban frente a nosotros.
Hoy hay menos sorpresas, por lo menos, menos sorpresas lindas, aunque las hay. Nunca deja de haber, pues nunca paramos de sorprendernos. Seguimos caminando por aquí y por ahí, encontrando nuevos objetos y personajes dignos de nuestra atención, otras incluso volvemos a observar algo que nos parecía poco importante y le damos una nueva oportunidad, felices de podernos, aun, maravillar. Que feliz es vivir de día, y que divertido es hacerlo de noche. Cerrar los ojos al compás de una canción, y volar. Volar lejos, o cerca, imaginarnos que estamos en donde queremos y con quien queremos, abrir los ojos y darnos cuenta que siempre estuvimos ahí. Extrañar y reencontrar, perder y olvidar, seguir adelante, vivir la vida, de atrás para adelante y de adelante para atrás.
Tres párrafos después y saber que nunca perdiste aquello que pensabas extraviado. Observar tu mano derecha y ver ahí la causa naranja de tu nuevo orgullo, liberarte y sentir cada una de las notas de una inconclusa sinfonía. Escribir y escribir, delatar por divertir, pensar en ti y en mi, pensar en el, en ella. Estar tranquilo y un poco divagante, alejarte de la tierra y buscarle formas a las nubes desde arriba. Reconocer un paisaje familiar, y desconocer uno habitual. Tejer un sueño con tu realidad y ver como las fantasías siempre fueron reales. Decir locuras y entenderte solo, entender nada, jugar borracho y perder, jugar sobrio y perder también. Ganar cuando menos te lo esperas, llevándote al asiento trasero el premio mas grande. Llena de sorpresas , llena de deseos, de sueños, de amor, de miedo.
Con claroscuros como la vida, hablamos todas las cosas, sin tapujos ni mentiras, buscando la verdad de nuestra existencia en propios y extraños. Observando, reflexionando, pensando, compartiendo, existiendo, amando, riendo, bromeando, defendiendo y atacando. Un cinturón naranja y una pulsera inentendible. Cinco párrafos después de sacar mas y mas ideas plasmadas en letras, representando pensamientos y sonrisas. Recordando poco las ultimas lagrimas que derrame y sonriendo un poco de la malicia de mi actuar. Como disfrutarlo, como ser un poco sociopata y dejar que las cosas importen de mas. Noches locas, noches de pasiones desenfrenadas, de risotadas, alcohol y cariño joven. Una sonrisa cínica en mi rostro.
Extrañando estos momentos de clímax literario, en el que la gente nada te entiende y menos te importa. Cuando las cosas fluyen y alguien en algún lugar te logra entender, ese click excepcional que tienen los individuos especiales. Esa locura inherente a su amistad, ese desenfreno que solo el narciso te puede dar. Ese sentimiento de intocabilidad, de inmortalidad absoluta. En la que sales contra el chancho y te vale un carajo. Dejando de lado los miedos que otrora te hubieran paralizado. La cabeza mas tranquila y el ego intacto, el encanto nunca desapareció, con todo y el rechazo formal. Rechazo necesario y sublime.
Escribiendo un poco mas, ya no pensando en tantas cosas al mismo tiempo, sino solo unas pocas interesantes que se mantienen vigentes, no matter what. No importa el que ni el quien, tampoco el como. Seguimos caminando aunque sea con mascara antigas. Deseos bobos en tiempos de cólera, como el amor descabellado de aquel que espera en un faro cada noche el regreso de su, poco correspondido, amor. Por mi parte termino aquí, con ánimos de correr entre tormentas y mal tiempo esperando el mar violento en mi cara empapándome de grandeza.

domingo, 5 de abril de 2009

Pleonasmo

A veces nos da por cantar, otras por gritar, en ocasiones contadas nos permitimos soñar, incluso hemos llegado a silbar ,a mi, o que me da me da es escribir. Escribo cuando estoy contento, cuando tengo algo que contar, cuando se me ocurre alguna idea simpática o cuando me quiero desahogar. Escribo los lunes, los martes, miércoles, también en fines de semana. De los jueves no hablare, esos no son días de literatura. Puedo escribir solo, u acompañado, en un cuaderno o en la computadora. Escribo de la vida, del sol, de los sueños, de cuentos, historias, y poemas, aun no eh escrito ninguna canción, eso lo dejaremos para otro momento.
El tamaño de la letra siempre es la misma, aunque a veces(en la computadora) puedo optar por un estilo u otro, con sangrías y justificado. Siempre evitando el maldito subrayado rojo debajo de los errores y desconocimientos del corrector automático. Nunca eh escrito con plumón, supongo necesitaría muchas hojas para contener las mismas letras que con una pluma o lápiz normal. Escribo de buenas, y de malas, triste o desconsolado(que no es lo mismo), escribo enojado y escribo enamorado. Acostado o sentado, casi nunca de pie(es complicado mantener el equilibrio). En la oscuridad, acompañado de mi silencio y consciencia o casi cegado por la maravillosa luz que se cuela entre las cortinas.
Escribo en casa, puede ser en mi habitación, en la sala o en el baño, también en la escuela: entre clases, en un pasillo sentado sobre el frío mármol o calidamente cobijado por libros de biblioteca. Escribo mucho o poco, depende como me sienta y fluyan las letras. Escribo con la tele prendida, siempre en silencio pues sus ruidos hacen divagar a mi cabeza. Personalizo, o no. Todo pensando en el mensaje real que se quiere transmitir. Ligero o profundo, coherente o intencionadamente confuso. A veces no tan intencionado.
A veces observo por la ventana, me doy un empujón al describir lo que esta del otro lado del umbral. Otras solo llegan las ideas casi sin desempacar desde los rincones de mi inconsciente. Escribo con un dolor en el cuello, y otras con dolor en el alma. Escribo para crecer, para entender, para conocer y responder. Escribo porque no conozco otra manera de expresar sentimientos tan perennes e ininteligibles. Escribo por no dejar, escribo por complacer. Aunque realmente nunca se muy bien a quien.
Casi nunca repito el mismo sitio en orden, aunque todavía existen rutinas imperceptibles, lo hago de viaje, lo hago en el trabajo. Recorro pasillos imaginarios de mi mente en los que recojo al carrito lo que me parece pertinente. Lo puedo hacer con frío, pero me sale mejor en lugares calidos, mis dedos son sensibles a la temperatura. En ocasiones incluso me cuesta trabajo decidir sobre que escribiré, uno u otro tema parecen prudentes, normalmente se plasma el mas irracional. Me robo ideas, o creo algunas nuevas, siempre pensando en la inmortalidad de las letras.
Escribo para mis amigos, para mis padres, para mis desconocidos, incluso en ocasiones raras escribo para mi. Tecleo sin pensar, y cuando pienso no puedo teclear. Extrañamente soy mas fluido en un computador que con papel y lápiz en mano. Eh escrito en solo un continente, aunque en muchos países, lo eh hecho bajo gobiernos de izquierda y de derecha, con regimenes autoritarios y otros pseudoliberales. Con censura o sin ella(la peor es la autoimpuesta). Desvelado o muy fresco, de mañana, tarde y noche, a veces también de madrugada.
Lo hago para no tener que hablar, pues cuando hablo es porque no se que escribir. Son reflejos de mis ideas rebotadas a su vez en los demás. Con ideas locas que solo algunos logran captar. Unas veces me recuerdo al Grinch, y la gran mayoría al Gato en el sombrero. Rayas rojas, blancas, rojas, o pelaje verde. En pijama o de traje, aunque casi siempre de jeans y campera. Siempre con innumerables errores ortográficos y sintácticos, la mayoría vicios conscientes y muy a propósito. Escribo en fin, por el simple placer de hacerlo, sintiendo el leve forcejeo de las teclas contras mis yemas, diciendo al mundo lo mucho que me importa y a su vez que se vaya al carajo. Y así podríamos seguir, diciendo el porque, como y cuando, ahora comenzando a hablar midiendo la gran sequía que se posa de nuevo sobre mí.