lunes, 28 de febrero de 2011

Mantillas y White Picked fences

¡Pero que complicado!. Estoy impactado. Lo he vivido de cerca muchas veces y no me dejo de sorprender. Las relaciones humanas me evaden, por lo menos en este caso las mías. Admito que soy bastante exitoso en la interacción que tengo con mis amigos, mi familia, mis compañeros y conocidos. Sin embargo hay una categoría que todavía me evade: el amor. Si, ese asunto romanticoso de ligar, de buscar un galán, de imaginarte la casa con cerca blanca y dos perros en la primera cita, que no te engañen, todo mundo lo hace, solo que muy pocos lo admiten, el asunto es que nunca te descubran viendo un catalogo de bodas porqué ahí si, la cosa se complica; te tildan de intenso, de desbalanceado, y Dios no permita que lo saludes mucho en Facebook, MSN, o tu método de comunicación predilecto porque te ganas el block, y hasta ahí llego.

Tengo la firme convicción de que en el fondo todos buscamos más o menos las mismas cosas. Queremos que nos quieran, y si tenemos suerte queremos querer también. Unos se dan cuenta, otros no, unos lo logran, otros no. Por lo pronto me parece que cumplo con el primer parámetro, me encantaría tener alguien que me quisiera, y a quien querer; ¡vaya!, hasta estoy dispuesto a decir que quiero que me amen y amar de vuelta. Hace tiempo que me di cuenta; solo que me costaba algo de trabajo ponerlo en práctica. Aparentemente tienes que quererte mucho tu mismo para que esto resulte. Rest asured, i do love myself, a lot.

Con esto llegamos al segundo problema: encontrar a alguien que se encuentre en ese mismo punto de su vida. Aquí la cosa se pone complicada; durante mucho tiempo pensé que si eras un ser humano medianamente funcional y tenías algo de suerte, podrías conseguir, por lo menos, un peor es nada; parece no ser así. Aparentemente como seres humanos (disfuncionales) existen numerosas variables que tienen que ser tomadas en cuenta antes de si quiera considerar salir con alguien: sexo, edad, físico, nivel socioeconómico, si es educado, ojala que no un patán, si es muy despreocupado o celoso, educación, amigos, familia, coche, si sabe de neurociencias, o de política exterior, ortografía, exnovios locos que lo persiguen por las noches (y pudieran ser un riesgo para tu seguridad), amigos que te prohíben salir con alguien porque es su examigo con el que se peleo por una tutsi-pop en cuarto grado y por lo tanto es, y cito, “un pendejo”, también está el caso contrario, el que no quiere salir contigo porque tu eres el amigo de tal, y por lo tanto es impensable, vaya usted a saber por que razón, darse una oportunidad. Demonios, esto es más complicado de lo que pensamos.

Admito que no creo que todas, o casi todas estás cosas sean muy importantes. Tengo la convicción de que si alguien es el bueno, siempre va a ser el bueno, sin importar si cumple, o no, con el perfil de lo que pensaste querer. Afortunados esos que encontraron al amor de su vida y era exactamente lo que sus madres les inculcaron desde pequeños(esto por cierto lo veo complicado, pues no se que tantas madres eduquen a sus pequeños a buscar al hombre de sus sueños). Para el resto nos queda seguir intentando, dar vueltas, besar a muchos sapos, rechazar, que nos rechacen, perder a uno que otro príncipe en el camino porque no lo supimos reconocer cuando llego(aquí es donde muchos se quedan trabados, yo casi uno de ellos). Y así, para aquellos que tenemos esta idea de, en algún momento, compartir la vida con alguien no nos quedan muchas opciones. Difícilmente nos vamos a enamorar del chico de las pizzas, inserten aquí escena de película porno de bajo presupuesto, en el caso de que nos demos por vencidos y nos encerremos en casa a procurar vestir santos. No, por mi parte estoy harto del encierro, que no siempre es una cuestión de espacios físicos, si no de apertura mental; hace ya casi un año que corté con el ex, hace unos días que el date de algunas semanas me dijo que na nay, y hace un par de horas que el chico que conocí la semana pasada me dijo que ni a cenar. Así las cosas, el juego sigue, las reglas cambian, el juego sigue. Sin resentimientos para nadie, las cosas bien funcionan o no, ¿quién soy yo para repartir culpas?. Como mi querido amigo de una conocida compañía de productos fermentados dice: tenemos que seguir caminando. ¿Qué piensan ustedes?.