sábado, 15 de agosto de 2009

Chascarrillo 1

Grandes son esos momentos de inspiración. ¿Grandes? ¡Que va!, ¡Soberbios!. Pocos instantes en los que el escritor compone sinfonías con letras, en que los grandes problemas del mundo se pueden explicar con frases célebres y breves. Fácil se vuelve enaltecer al ser humano, olvidar por un segundo sus errores, sus vicios. La capacidad creadora y los sueños generan una densa bruma que deja todo lo demás inmerso en la oscuridad.
El mundo se vuelve un lugar maravilloso, y las personas son todas de buen corazón y bienaventuradas. Las guerras desaparecen, la vida sigue sin tropiezos, la música es toda grandiosa, los árboles bailan, el cielo es mas azul que nunca, y el amor inunda todos los rincones del universo. Extraordinarios son tus momentos de arrojo literario escritor. Transformas esta cruda y vil realidad en cuentos de hadas formidables que ni el mismo Zeus hubiera imaginado desde su trono en el Olimpo.
Los pequeños problemas cotidianos se muestran patéticos en su naturaleza mientras la trama redentora se desarrolla llegando al clímax. Las estrofas alegran a los tristes, tranquilizan a los iracundos, se convierten en las redentoras y confidentes de los pecadores, en las justicieras de los desventurados. Los políticos son honestos, y los gobiernos funcionan, todo esto y mas solo por tu momento de grandilocuencia, tú, autor de literatura.
Terminamos aquí este breve descalabro, estas breves líneas de halagos inmerecidos, continua pues, escritor, tu labor social, de engrandecer y enaltecer las bondades de la vida y de sus huéspedes.