miércoles, 8 de febrero de 2012

Ojos abiertos y manos ocupadas

Desempleado, soltero, endeudado, perdido, con el ego lastimado, el coche chocado y una gripa incipiente producto de unos días de enfriamiento involuntario. Así podríamos definir mi última temporada, si, así podríamos, pero no. Todavía no me trago el cuento de que la estoy pasando mal, de que es una pequeña crisis per se; al contrario, trato de mantenerme ocupado, de observar más ahora que puedo, de pensar en mi futuro, de reflexionar en mi pasado. Instintivamente, cuando me siento perdido, trato de ver los pasos que he tomado hasta hoy, las decisiones que han marcado mi vida y me han llevado por el camino en el que ando.

Puedo ver claramente puntos de inflexión, generalmente relacionados con lugares específicos: Coatzacoalcos, Monterrey, Buenos Aires, Belfast, Ciudad de México. De alguna forma elegí estos escenarios para transformar mi vida, entiendo que el reflejo de un nuevo contexto ayuda a encontrar rasgos, virtudes y vicios en uno mismo. Actúan como catalizadores de cambios que se tendrían que dar de todas maneras, si bien, en otras circunstancias. En mi caso, cada uno de estos viajes ha servido para darme cuenta de las cosas que estaba haciendo, las que había hecho y las que quería hacer. Una suerte de hoja de ruta involuntaria que se me presenta en la vorágine de los cambios.

Hoy vivo una nueva circunstancia, el cambio que estoy buscando difícilmente llegará con un nuevo contexto, su misma naturaleza lo enmarca en mi todo y al mismo tiempo en la nada. Desde que tengo memoria me encuentro buscando un rumbo, probando todo a mi disposición tratando de encontrar esas actividades apasionantes, esos intereses únicos, esos placeres personalísimos que pueden llenar la vida; durante esa búsqueda también encontré mis demonios, a veces disfrazados de placeres, de actitudes lascivas, encontré también mis vicios, encontré a los límites de mis valores, de mis virtudes, supe hasta donde podía llegar y en muchos casos de lo que yo realmente era capaz. Pude ver en el rostro de los demás el miedo a mi lado más obscuro, me reconocí como imperfecto y miembro inequívoco del género humano.

Al final, no pude sino darme cuenta que ambos lados de la moneda son necesarios, yo los controlo y nadie más puede llevarme por caminos que yo no elija. Tenemos las herramientas para defendernos y actuar cuando es necesario, pero también la enorme capacidad de tener compasión y amarnos a nosotros mismos y los demás. Somos unos animalitos muy especiales, víctimas tanto de nuestro instinto como de la evolución que nos permite razonar y crear; transformar y destruir a placer nuestro entorno, crear y construir, cada vez más alto, cada vez más grande, cada vez mejor.

Mi disyuntiva hoy no es solo obtener las cosas que siempre quise, ahora me replanteo esos mismos deseos en contraste con mis necesidades. Trato de discernir entre las cosas que a mi me hacen feliz y las cosas que pensé lo hacían, cosas que la vida me había enseñado a valorar sobre aquellas que realmente me importan. Ya tengo una idea más clara de las cosas que quiero hacer y tener, constantemente me encuentro resolviendo como lograrlas y conseguirlas. Cada vez me siento más cerca de esa meta amorfa que todavía no termino de entender, pero que empieza a verse más nítida al horizonte.

Todavía tengo miedo del futuro, aunque debo de admitir que ese miedo se mezcla progresivamente con una emoción imposible de esconder. Lo que viene me excita, me llena la cabeza de sueños, me pone a volar. No puedo evitar pensar en hasta donde puedo llegar, ¿cual será realmente mi límite?¿qué tanto puedo sacrificar para lograrlo?. Mi espíritu aventurero me sobrecoge, me recuerda constantemente que yo no nací para estar detenido aunque muchas veces me encuentre en esa misma situación.

Tengo un presentimiento de que grandes cosas están por suceder, producto en su mayoría de esfuerzo, acciones y decisiones que ya están o están a punto de tomarse. La idea es mantener los ojos abiertos para oportunidades y tener la capacidad de respuesta adecuada. Y así, paso por la vida con la mirada activa y las manos ocupadas.

1 comentario:

  1. A cada pasito que das, el límite se aleja un poco. Nunca lo sabrás, pero eso si el pasito y el que sigue hay que darlo...

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