miércoles, 14 de octubre de 2009

Mushkin goes to Belfast 6: quick notes.

Los tambores de guerra sonaban en todo el territorio nacional. El boleto al mundial de Sudáfrica 2010 estaba en juego y el rival(del que todavía nos acordamos…) El Salvador se preparaba para dar batalla. Tristemente los tambores de guerra que retumbaban por la tierra messica no se podían escuchar en Dublín. El sábado 10 de octubre cumplía un mes fuera del terruño, un mes a solas en un continente extraño, un mes sin ver a un solo mexicano. Mientras los daneses celebraban su decisiva victoria sobre los suecos yo arrastraba un poco la cobija sintiendo como nunca los efectos de la nostalgia.

Obsesionado con la falta de información me sumergí por un rato en Internet, tratando de disminuir los efectos de la ansiedad; faltaban todavía un par de horas para el esperado partido y festejo. Me tranquilice un poco después de una charla por Skype con Mamá. Ciertamente no se que haría sin algunas de las tecnologías que me han permitido seguir conectado con mi vida en México. Facebook, MSN, Skype, Twitter; todos parte de mi dinámica social y aunque invasivos me hacen sentir que no estoy tan lejos, solo a un clic de distancia.

La noche continuo y fue desde mi celular y con la ayuda de Papá, familia y amigos los resultados del partido me llegaban en tiempo real al Pub en donde estaba. El único loco que gritaba gol y se emocionaba mientras el ansiado pase mundialista se veía cada vez mas real. El partido termino y la vida podía continuar con cierta regularidad, el resto de la velada fue larga y divertida, bizarra, pero divertida. Cuando sueltas a todos los borrachos de Temple Bar a las tres de la mañana(por disposición oficial) es casi seguro que te encontraras con escenas divertidas. Desde la borracha que quiso cambiarme mi gorro por un cardigan(previo hurto del gorro por la espalda); hasta la pareja borracha que discutía a gritos por el mismo puente que Mr.Bloom; sin olvidarnos del borracho que camino delante de nosotros todo el camino de regreso al hostal solo haciendo paradas momentáneas a vomitar en los canales.

Dublín cumplió las expectativas de fiesta y turisteo: Temple Bar, el castillo de Dublín, la cervecería Guinness, iglesias medievales, comida típica, la tricolor ondeando por todos lados sin sentirse amenazada por conservadores unionistas. Definitivamente un lugar al que se debe volver, eso sí con la cartera llena de euros porque una Corona te va a costar 6.50. Nunca conocí el departamento de Salinas, ni tome el Tour vikingo, pero esos los dejamos para la próxima visita que sin duda será muy pronto.

Después de tres días de viaje el cuerpo pedía cama; realmente ya no puedo enfiestar como antes. El tren a Belfast fue expedito y cómodo, la llegada un absoluto alivio, empiezo a sentirme otra vez como en casa. Es un sentimiento diferente, no tan intenso aun pero latente, las cuatro paredes de mi cuarto, la villa estudiantil, los salones de la universidad; comienzan a transmitirme esa calidez que pocos lugares han podido plasmar en mi. Casi puedo verme en un año extrañando la alfombra rosa de mi habitación, a mis nuevos amigos, y al horrendo clima de esta minúscula isla. El tiempo dira.

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