sábado, 5 de mayo de 2012

Tropiezos Primera Parte

Hace mucho que quiero reescribir está historia; la primera parte la publiqué el 2 de mayo de 2009, me quedó todavía mucho por decir, detalles que no estaban perfectos. Hoy de nuevo les comparto Tropiezos Primera Parte:
Era un sábado como cualquier otro, la noche llego mientras el hastío del día se perdía en la oscuridad. Julián no tenía ningún plan, ningún cumpleaños, nada. Era una noche más, de esas que sales solo por no quedarte encerrado en casa con tus padres mirando pelis viejas en la televisión. Salió de casa sin rumbo fijo, caminando, sintió un vacío en su pantalón y se dio cuenta que no traía cigarrillos; impensable llegar al show sin su utilería preferida. El detestaba su sabor, su olor, la sensación de ahogarse cuando se pasaba el humo a los pulmones, odiaba todo de ellos, todo, menos el look que le daba fumarse un pucho frente a su público, todas las noches en punto de las tres. 
Decidió encaminarse a su lugar de siempre, su arena de combate, el elemento natural para sus encantos y mirada juguetona: el Secreto. Escenario extraño dado que todos ahí sabían perfectamente quien era y a que se dedicaba por las noches, eso sin negar el hecho de que, aún sabiendo sus mañas, todos querían caer en sus brazos. Todas las noches iniciaba un juego de miradas, de sonrisas indiscretas, tratando de conquistar el mayor trofeo de la noche. Se deleitaba observando las miradas de envidia al salir, llevando a casa el premio más preciado. Un premio que seguramente nunca más volvería a ver, pero que había cumplido su propósito de hacer una nueva marca en su cinturón. 
Era un fanático del melodrama, le encantaban las situaciones complicadas, retorcidas, casi enfermas: llevarse a dos gemelas a casa solo con la intención de hacerlas pelear por el, meterse con el chico de alguien para ver que tan rotos quedaban los platos, platos rotos que el nunca pagaba. Nunca se imaginó, que su amado “show” se vendría abajo esa misma noche, nadie con un cinturón tan marcado como el suyo hubiera previsto   que alguien podría derribarlo como un saco de ladrillos con una simple mirada, con un roce accidental. 
Julián caminó por el medio del parque Folleros, pasando a un lado del kiosco. Nunca le gustó mover el auto y menos para una distancia tan corta. La casa de sus padres quedaba al otro lado del parque, que si bien no era tan grande si ameritaba algo de sudor. Caminó entre los abedules, observó como se mecían de lado al otro, formando melodías en el viento, desde lejos todavía podía ver la entrada de el Secreto, aglomerada como siempre, no le importó. 
Tardó en entrar solo un par de segundos, le hizo una mueca inocente al anfitrión y levantaron la cadena solo para el; todo ante las miradas de los chicos más “en onda” de la ciudad. Llegó altanero a la barra como siempre -Hey, guapa, una cuba ¿no?- la guapa lo complacía siempre, cobrándole de vez en cuando con tal de tenerlo contento y agazaparle una sonrisa pícara cada noche. Caminando con su trago en mano, doblando el popote con el dedo anular y el índice afilado atravesó la pista. Sonriendo de par en par por la canción del momento, recordando fechorías pasadas, logrando ese look de campeón que tanto disfrutaba. 
No supo con que se cruzó de golpe, si un escalón o un pie mal intencionado pero, como en cámara lenta, pudo ver su trago volar por el aire mientras el se enfilaba a aterrizar en la mesa de unas chicas que no conocía. El club se paralizó mientras uno de sus “famosos” sucumbía por torpeza; Julián intentó recomponerse, buscando de que agarrarse le rompió el escote a una chica. Ya con el rostro hinchado por el bofetón maniático que le propinaron huyó como perro herido a lamerse las heridas.
-¡Con la puta que lo parió!- gritaba por la calle, frustrado y encolerizado de su vergüenza pública. Dando brincos y gritos atravesó el parque, ya no le importaban los abedules, ni su show, perdió los cigarrillos en el trompicón y su rostro perfecto terminó hinchado y desfigurado por los golpes. Justo mientras pensaba en todo lo que había sucedido tropezó de nuevo, impotente y desgraciado su cuerpo se inclinó del todo hacía delante. Cerró los ojos y se quedó esperando el golpe, uno, dos, tres segundos, nada. Regresó rápidamente de su ausencia y se vio sostenido en el aire, en los brazos de un desconocido. 
No lo pensó mucho, ni siquiera se detuvo lo suficiente para ver los ojos verde agua sucia que lo miraban, o la mochila repleta de libros que lo evidenciaban como un ratón de biblioteca, un tarado. Terminó de abalanzarse sobre el, esta vez no por accidente, fue una acción muy calculada. Su labios quedaron a menos de una pulgada de distancia del desconocido, Julián abandonó la iniciativa y dejo todo en las manos de su víctima. Error. 

2 comentarios:

  1. jajajajaj, wow, me gustaria ser esa victima, besos memin, lalo st

    ResponderEliminar
  2. y que dice la vida defeñan cuenta chismes, jehheheh, lalo st again

    ResponderEliminar