miércoles, 13 de mayo de 2009

¿Dolor?

Que lindo es escribir de noche. Desaparecido el ruido uno pensaría que la cabeza razona mejor; a veces me encuentro en el caso contrario en que al escuchar claramente a mi mente, termino pensando de más. Hoy es una de esas noches, en que el escribir se torna difícil por la complejidad del tema elegido, por sus variables y repercusiones personales. Tiene que ver con mi persona y con la tuya, sin entender la verdadera magnitud de mis palabras.
Toda mi vida eh estado rodeado de personajes excepcionales, no es la primera vez que lo digo. Incomprendidos, dañados, malitos, extravagantes, sociopatas, entre otras muchas monerías. Y sin embargo, extraordinarios. No se necesita mas que observar con detenimiento para saber por qué; las cualidades de todos están tan solo unos centímetros debajo de la superficie. La sensibilidad protegida a capa y espada, por muros y actitudes lascivas es uno de sus mas preciados bienes. Esto lo eh vivido yo, no una o dos veces, sino a lo largo de toda mi vida. Es un estado extraño, anormal, en el que puedes ser insensible, o por lo menos fingirlo, en las cosas cotidianas, en tu interacción con las generalidades de la vida. Y sin embargo, encarnas una capacidad abrumadora de amar, de ser lastimado, de sentir en tus entrañas los pesares y alegrías de la gente.
Es un dote doloroso, muchos no pueden con el; pues no saben muy bien utilizarlo en su beneficio y el de otros. Lo veo en mi, lo veo en personas a mi alrededor. Gente que aunado a las muchas cualidades y ventajas que tienen en sus vidas son capaces de percibir mucho mas allá de lo que cualquiera puede imaginar. Cosas tan sencillas como la belleza, la educación, el amor por uno mismo y los demás. Situaciones bobas como llorar en una película se tornan profundas tan pronto como uno se sumerge en un personaje y siente lo que esta transmitiendo. Escuchar una hermosa sinfonía, sentir el cariño de aquellos que te quieren, apreciar la paz de una noche bajo un farol amarillo en una noche llena de estrellas.
Mientras me deleito con la melodía para Elise de Beethoven no puedo sino sentir la melancolía y pasión impregnada en cada una de las notas, llegando al limite de soltar algunas lagrimas. Es así como se vive, disfrutando de las grandes creaciones y devociones del ser humano. Entre el mundo real y el mundo que vive tu corazón. Protegiendo a este ultimo lo mas que se puede, evitando la vulnerabilidad pues sabes bien que no se necesita mucho para encantarlo, para exprimirlo, quererlo ó lastimarlo.
Es un juego perverso, perverso desde el momento en que comienzas a sufrir mas por esconderte y protegerte que por el dolor mismo. No es una idea nueva, todos vivimos con esta dualidad todos los días, en menor o mayor medida todos somos adversos al dolor, al sufrimiento, pero en la misma medida somos fanáticos del amor, del cariño, de la infatuaciones adolescentes, de los enamoramientos rápidos. ¿Cómo jugar entre nuestra bipolaridad?. Es el juego de todos los días, vivir entre el temor de ser lastimados o el amor a la vida, con todo lo que ella nos trae. No nacimos muertos, no nacimos rocas, solo tenemos este breve paso por el mundo para disfrutar de los grandes dones de la existencia, para disfrutarnos unos a otros, para disfrutarnos a nosotros mismos, para realmente vivir.
Me impresiono a mi mismo de como puedo hablar tantas veces sobre los mismos temas y siempre tener algo que decir. Es extraño, como la literatura en que todo se ha escrito ya, hay que usar el lenguaje para llegar mas lejos, para escarbar mas profundo en las raíces de la psique humana, la vida es pues complicada, hermosa y ampliamente gratificante. Dejen de esconderse, si el dolor es parte del todo, mejor de frente.

2 comentarios:

  1. El tema motiva a la reflexión, la forma de expresarlo ¡Excelente! y el final ¡Muy bien! Saludos, Cuachis

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  2. si bien todas las palabras ya se han inventado, somos nosotros quienes les damos forma, como si fuera barro, piedra, o un diamante, lo mejor de todo es compartir nuestras creaciones con los demàs. asì como tù lo haces.

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