domingo, 3 de mayo de 2009

Tropiezos Parte 2

-Que noche mas larga- pensaba Foco para si; se llamaba Joaquín, pero le decían Foco por brillante. Estaba en exámenes finales y aunque nunca necesitó estudiar, lo hacia de todas maneras para parecer un chico normal en el liceo. Siempre fue un bicho raro, en lugar de juguetes tenia libros, y en lugar de futbol le gustaba contemplar el mar. Caminaba todos los días por el parque Folleros, justo a unas cuadras de casa para llegar al colegio. Le gustaba escuchar a los abedules mecerse al ritmo de la brisa vespertina. Aquel era un día como cualquier otro, a pesar de estar terminando el curso tenía aun tres días para su siguiente prueba, y se sentía bastante tranquilo; la literatura nunca se le había dificultado en exceso.
Esa tarde Sofía e Isabel le pidieron ayuda, el, aunque sabía que lo usaban un poco accedía, con tal de tenerlas contentas y sacarles una risotada en la escuela de vez en cuando. Mantenía las cosas tranquilas, y a ratos podían hacerlo olvidar que era un bicho raro, extrañas amigas, pero amigas pues. Como en cada noche de estudio, ellas lo despedían temprano, no sin antes sonsacarlo un poco para salir a bailar. Foco nunca accedía, el ruido y la gente lo ponían de nervios, nunca encontraba la paz que si hallaba en El Principito o El Extranjero, dos de sus libros favoritos. Como siempre, salio de casa de Isa con algo de prisa, con ganas de llegar a casa, prender el sonido a todo volumen y perderse entre sinfonías locas y vino tinto.
A pesar de su anormalidad vivía bastante contento con el, disfrutando su aparente locura y extravagancia. Era un chico apuesto, con ojos verdes color agua sucia y una sonrisa boba que mataba al instante. Disfrutaba la noche, fuera de algunos locos que morían por entrara al Rexo en la distancia era un tiempo de bastante paz para el. Se imaginaba a si mismo caminando a solas con su bufanda a cuadros al cuello y sus gafas redondas entre abedules y corrientes de aire; adoraba la imagen que se formaba en su cabeza, su propia fantasía literaria.
Caminó un poco mas, cruzando la efigie de aquel roído militar, cagado día a día por mil y un gorriones que parecieran conocer su oscuro pasado, castigándolo con mierda para la posteridad. Sonrío un poco, recordando aventuras pasadas, aquellas tantas que nadie conocía de su vida, aquellas tantas que guardaba celosamente para sí. No vio de donde ni como pero de pronto se encontró, casi por instinto, sosteniendo a un desventurado, que tenia mas cara de borracho deforme que de otra cosa, justo cuando se le vino encima Foco reacciono aventándolo violentamente contra una de las rejas del parque. El desventurado se quedo frío con una mirada incrédula de aquel que piensa ser dueño del mundo, con todo y su cara hinchada.
Se miraron un instante sin saber muy bien que hacer, Foco se recompuso rápidamente y hecho a andar por el parque, rumbo a casa, a su vino y su musica. Pretendiendo un estado de tranquilidad que rayaba en lo falso. Juli estaba perplejo, nunca antes se le habían rebelado de esa manera. Sus encantos, su agresividad divina, ¿qué ostia estaba pasando?. Sin saber muy bien porque observo al chico de gafas redondas alejarse apresuradamente, a pesar de todo parecía muy tranquilo.
Juli reflexiono un momento, echado en el suelo sin escuchar abedules. Mil y un ideas rondaron su cabeza, inseguridad, miedo, aventura, deseo, violencia, ternura. Todas como un torbellino sin pies ni cabeza provocadas por un instante extraño, sin sentido. Con un personaje desconocido pero familiar al mismo tiempo, con ojos que ahora sabia verdes y una bufanda boba de cuadros.

1 comentario:

  1. Qué noche más larga -pensaba Foco para sí; se llamaba Joaquín, pero le decían Foco por brillante. Estaba en exámenes finales y aunque nunca necesitó estudiar, lo hacia de todas maneras para parecer un chico normal en el liceo. Siempre fue un bicho raro, en lugar de juguetes tenía libros, y en lugar de fútbol le gustaba contemplar el mar. Caminaba todos los días por el parque Folleros, justo a unas cuadras de casa para llegar al colegio. Le gustaba escuchar a los abedules mecerse al ritmo de la brisa vespertina. Aquél era un día como cualquier otro, a pesar de estar terminando el curso tenía aún tres días para su siguiente prueba, y se sentía bastante tranquilo; la literatura nunca se le había dificultado en exceso.
    Esa tarde Sofía e Isabel le pidieron ayuda, él, aunque sabía que lo usaban un poco accedía, con tal de tenerlas contentas y sacarles una risotada en la escuela de vez en cuando. Mantenía las cosas tranquilas, y a ratos podían hacerlo olvidar que era un bicho raro, extrañas amigas, pero amigas pues. Como en cada noche de estudio, ellas lo despedían temprano, no sin antes sonsacarlo un poco para salir a bailar. Foco nunca accedía, el ruido y la gente lo ponían de nervios, nunca encontraba la paz que si hallaba en El Principito o El Extranjero, dos de sus libros favoritos. Como siempre, salió de casa de Isa con algo de prisa, con ganas de llegar a casa, prender el sonido a todo volumen y perderse entre sinfonías locas y vino tinto.
    A pesar de su anormalidad vivía bastante contento con él, disfrutando su aparente locura y extravagancia. Era un chico apuesto, con ojos verdes color agua sucia y una sonrisa boba que mataba al instante. Disfrutaba la noche, fuera de algunos locos que morían por entrara al Rexo en la distancia era un tiempo de bastante paz para él. Se imaginaba a sí mismo caminando a solas con su bufanda a cuadros al cuello y sus gafas redondas entre abedules y corrientes de aire; adoraba la imagen que se formaba en su cabeza, su propia fantasía literaria.
    Caminó un poco más, cruzando la efigie de aquel roído militar, cagado día a día por mil y un gorriones que parecieran conocer su oscuro pasado, castigándolo con mierda para la posteridad. Sonrío un poco, recordando aventuras pasadas, aquellas tantas que nadie conocía de su vida, aquellas tantas que guardaba celosamente para sí. No vio de dónde ni cómo pero de pronto se encontró, casi por instinto, sosteniendo a un desventurado, que tenia más cara de borracho deforme que de otra cosa, justo cuando se le vino encima Foco reacciono aventándolo violentamente contra una de las rejas del parque. El desventurado se quedo frío con una mirada incrédula de aquel que piensa ser dueño del mundo, con todo y su cara hinchada.
    Se miraron un instante sin saber muy bien qué hacer, Foco se recompuso rápidamente y echó a andar por el parque, rumbo a casa, a su vino y su música. Pretendiendo un estado de tranquilidad que rayaba en lo falso. Juli estaba perplejo, nunca antes se le habían rebelado de esa manera. Sus encantos, su agresividad divina, ¿qué ostia estaba pasando?. Sin saber muy bien porque observó al chico de gafas redondas alejarse apresuradamente, a pesar de todo parecía muy tranquilo.
    Juli reflexiono un momento, echado en el suelo sin escuchar abedules. Mil y un ideas rondaron su cabeza, inseguridad, miedo, aventura, deseo, violencia, ternura. Todas como un torbellino sin pies ni cabeza provocadas por un instante extraño, sin sentido. Con un personaje desconocido pero familiar al mismo tiempo, con ojos que ahora sabía verdes y una bufanda boba de cuadros.

    ResponderEliminar