martes, 10 de marzo de 2009

Con las nalgas planas (9 de septiembre de 2008)

Así se van perdiendo mis atributos con el paso de los días, sentado en el suelo de la sala de espera de terapia intensiva del Hospital Ángeles del Pedregal, ya es martes y con este 4 días dando vueltas por pasillos y cafeterías chafas. Una de las tantas odiseas que no podemos dejar de vivir y sin embargo deseamos nunca tener que enfrentar. Hace ya casi tres semanas que Isa esta hospitalizada, llena de mangueras, fiebre y condiciones extrañas, las buenas noticias apenas comenzaron a llegar en el transcurso del día después de una serie inexplicable de desaciertos, errores y un miedo que nos recorrió a todos la espalda cada vez que llamaban a los familiares de Isa, sin saber si era una emergencia, una llamada o simplemente necesitaban comunicar algún tramite a la familia.
A estas alturas seria prematuro dar por cerrado el capitulo, faltan aun muchos días de tratamiento y aun no salimos del pabellón de los tristes, así hemos llegado a reconocer la sala de espera de Terapia Intensiva, todos o casi todos los que estamos aquí tenemos razones para llorar, para abrazarnos mutuamente, para darnos consejo, apoyo y amor. Familiares, amigos, conocidos, compañeros de vida, todos se debaten entre la fina línea entre la vida y la muerte, entre abrir los ojos o cerrarlos permanentemente.
Son extraños estos momentos de crisis, los paradigmas que se van rompiendo dentro de las esferas que vamos viviendo son extremos, el verdadero carácter y convicción de las personas surge por entre las habituales caretas y miedos cotidianos. "Parientes" aparecen a borbotones en nuestro caso, el de la familia muegano: gente que por el simple hecho de tener una relación bastante lejana no reparo en venir a darnos su apoyo, en traernos un té, en platicarnos alguna anécdota con tal de poder olvidarnos por momentos del infierno que aunque no llega se mantiene latente del otro lado de la puerta.
Pocas cosas pueden sacarte adelante de una situación, la que yo eh vivido estos últimos días es el amor, en muchas de sus facetas, en diferentes tiempos, en palabras variadas. El eterno apoyo que pueden darse unos a otros los seres humanos, irrestricto, puro, verdaderamente bello. Graciosamente se refleja este amor en la esquina de la sala, poco a poco se convierte en un centro de acopio(sin duda el mas grande de los que nos encontramos aquí) que bien podría tomar el lugar de alguno en alguna zona de desastre: dulces, galletas, agua, refrescos, flores, juegos de mesa, café, té, pasteles, emparedados, papas, libros, películas; lo necesario para hacer mas llevadera la interminable espera de los que aquí nos comprometimos a apoyar en lo que fuera necesario, en este caso a mi primo José Luis, su esposa Erika, y muy particular y amorosamente a mi sobrina Isabella.
A estas alturas y después de mis 10 hr diarias de campamento, tengo las nalgas planas, cediendo siempre el asiento a alguna tía, amiga, madre, prima, visita que llega a mostrarnos su solidaridad con la nena y así con la familia.
Por ahora solo nos queda rezar, tener fe en que las cosas saldrán bien, en que los mejores doctores de México tendrán la pericia de sacar a mi sobrina del problema, en que podremos dar el grito tranquilos, felices y viendo a un angelito en la tierra sonreír una vez mas, sin tubos, sin caritas tristes, y a todos nosotros agradecidos por la vida por el milagro, por esta familia, por el amor que nos tenemos unos con otros.

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