martes, 31 de marzo de 2009

Olas y espuma(publicado el 20 de octubre de 2007)

Mmm...me retuerzo un poco mas entre las sabanas...es lunes y sigo de vacaciones pienso en mi interior...Perfecto!. Espero un momento mas antes de entreabrir un ojo y tratar de adivinar a que gloriosa hora me vine a levantar, entre las cortinas de mi habitación(que por cierto es perfecta para dormir en vacaciones...como una cueva) se filtra una luz bastante tenue, daba una sensación de que era mucho mas temprano de lo que era en realidad. Estiro la mano y apago el aire acondicionado con el remoto, pego un brinco de las sabanas y en contradicción absoluta a mi estado previo me pongo en total actividad. Termino de estirarme ya de pie y escucho el viento silbar a través del jardín de la casa, lluvia, viento, nubes, el día perfecto para permanecer en plan pereza. A estas alturas ya estaba un poco resignado a hacer mandados y encargos familiares...la pereza tendría que esperar, definitivamente no los aburriré con el relato de la fila en el banco, o el espléndido masaje que me dieron jejeje. Las calles se veían vacías, el mal tiempo forzó a la gente a mantenerse a cubierto, yo por el contrario disfrutaba las gotas de agua deslizandose por mi mejilla, el dulce silbido del viento arremolinandose sobre mi. Maneje un rato siguiendo el camino del río hasta divisar el mar, parecía como si el mar hubiera amanecido de buenas y con ánimos de jugar. El barco encallado se movía de un lado a otro como un pato de hule flotando en la tina, las olas rompían a lo largo de la costa contra las piedras. Me estacione en la curva de las escolleras, me puse un rompevientos gris, que solo me mantenía seco sin conservar mucho la temperatura. Recuerdo ver las cadenas del camino al faro cerradas, y un policía que a mi parecer estaba bastante de malas de estar ahí solo, con frío y mojado--No puede pasar, es peligroso--en realidad no le hice mucho caso, me lo advirtió una vez mas y al verse rebasado por mi determinación de adentrarme en el camino al faro solo me dijo que era bajo mi propio riesgo y después se quedo callado. Seguí caminando bajo la lluvia y el viento, esquive un par de olas, que bien pudieron haberme arrastrado al mar para una muerte mas o menos segura por la corriente, durante el trayecto de casi un kilometro recordé todos los sucesos del verano, las fiestas en la playa, el perro que me persiguió por la mañana cuando salí a correr, las largas platicas con mi padre y su eterno cigarrillo(la perfecta imagen del intelectual bohemio y bonachón) acerca de la vida, la política, el trabajo, la sociedad; en realidad había sido un excelente verano, ahora ya en pleno invierno, analizo en retrospectiva lo que aprendimos en el año, lo que sufrimos, lo que disfrutamos...lo único que me nace en este momento es sonreír.
Me siento al pie del faro contemplando las enormes olas que a momentos asustaban y a momentos jugaban conmigo como una bolsa con el viento, la sensación de impotencia me hacia olvidar todo lo demás, en ese momento éramos solo el mar y yo, dejando los tedios de la vida cotidiana desaparecer al mismo tiempo que la blanca espuma de las olas al chocar contra la costa. Me quedo un momento mas y de pronto el mar se calma, casi como si le hubieran dado una buena dosis de Tafil, esbozo una sonrisa y me alegro de estar vivo, el sol volvió a salir.

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