martes, 10 de marzo de 2009

Hoy encontré un llavero con tu foto (12 de junio de 2008)

Revisando y ordenando los mil y un objetos que deambulan por mi armario me tope con una mochila vieja. Era una mochila negra de un buen cuero liso y agradable al tacto. A pesar de los muchos días de uso, y del evidente deterioro en el que se encontraba, todavía emanaba ese olor tan agradable a piel curtida. Recuerdo que la compre, en los últimos días de mi fugaz paso por Buenos Aires, en una tienda frente a la embajada carioca, en una de las tantas rondas de compras a las que me acompaño Fabián, no había otra manera el experto en estos temas era el.
Me detuve un momento a observar la mochila, con tanto tiempo arrumbada en una esquina del armario, nunca pensé que aun guardaría algunos secretos y sorpresas en su interior. Una vieja pluma desechable, una lata de mentas azul, algunas migajas de polvo, parecía ser todo en la bolsa principal. Recordé el cierre, de uno de los lados, que pasa por debajo del estampado de la marca tan sutilmente que se escapa con frecuencia del ojo inadvertido. Lo abrí con cuidado sin saber porque, y ahí estaban, primero un llavero, de uno de esos espectáculos chafas, a los que inevitablemente vamos en días de ocio compartido, con una foto tuya, algo salida, algo marcada por el maltrato de la exposición a la intemperie. Naturalmente con tu sonrisa, algo infantil algo risueña, con tu frente amplia que por supuesto no raya en calvicie, tus ojos azules, tu quijada extraña. Sostengo el pequeño acertijo en mi mano derecha, un poco incrédulo, todavía, sin poder exactamente recordar como obtuve dicho retrato. Después de un momento de estupefacción me di cuenta de que algo mas se asoma por el borde en el cierre que esta debajo del estampado: un papel, mugriento y doblado en tres. Automáticamente sospecho que la respuesta al misterio del retrato me Serra rápidamente revelada en el pequeño pergamino maltratado. Llevábamos apenas tres semanas de haber formalizado cuando me entregaste el retrato, faltaban aun cinco mas antes de una despedida hipócrita y lagrimas ocultas para el mundo. Haciendo un poco de memoria fueron tres semanas intensas, me aguantaste mis manías, mi abstinencia del alcohol, te aguante tus berrinches infantiles(que debo admitir que sin ellos no habría manera de entenderte como persona..son tuyos, tan tuyos), nos tomamos esas burbujas justo a las dos semanas de salir para formalizar, nos perdimos entre la gente en tu casa para vernos un poco mas de cerca, descubrirnos un poco mas de lo que la oscuridad del automóvil nos había permitido.
Hoy ya ni siquiera hablamos, la ultima vez que te vi. discretamente nos volteamos la cara, asumimos nuestro papel de victimas...nos desconocimos. Negamos que alguna vez nos quisimos, olvidamos las sonrisas, los buenos recuerdos(que fueron siempre muchos mas que los malos), las borracheras interminables, los besos apasionados, los reencuentros furtivos y no furtivos, los chocolates, las pelotas, las fiestas, las cenas, los girasoles, los mapaches, los gremlins, nos olvidamos de todo, cerramos los ojos y lo dejamos desvacener.
Hoy ya no tengo esperanzas de recuperarte, hace muchos meses que mi corazón dejo de esperarte, de buscarte, de guardar ese recuerdo hermoso de lo que fue. Hoy las palabrerías, los desencuentros, la envidia, los celos, la desidia, el orgullo, se fueron sembrando poco a poco por muchas razones en nuestros corazones y mentes, el miedo fue eficaz en acuchillar lo poco que quedaba de un amor marchito, frío, lejano.
Guarde el llavero y la nota en donde terminan todas aquellas letras que el amor ha producido, que por caprichos de la vida llegan a mis manos y mas maravilloso es que están dedicadas a mi. Mas de una carta, foto, disco, nota, poema descansan en el cementerio de los amores que no pudieron ser, y ahí es donde este retrato y nota descansaran, para dejarme dormir tranquilo, habiendo dejado que te alejaras por fin de mis pensamientos y caprichos. Fuimos, dejamos de ser y ahora nos dejamos ir, au revoir amor.


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